Vitamina D y Luz Solar
La humanidad se ha adaptado a todo el rango del espectro
solar durante toda su evolución. Hoy en día estamos expuestos la mayor parte
del día a luz artificial que contiene únicamente un rango muy restringido del
espectro solar, y lo que es peor, cuando salimos a la calle nos cubrimos con
gafas de sol y cremas solares que bloquean los rayos UVA, lo que nos impide
sintetizar vitamina D. La mala iluminación tiene efectos tan nocivos como
la malnutrición en nuestro organismo. Pero al igual que ocurre con los alimentos
y el agua, en el término medio está la virtud. Una excesiva exposición a la luz
solar puede resultar tan perjudicial como poca exposición. La clave se
encuentra en exponernos al sol con moderación (el cuerpo nos indica que la
exposición al sol ha sido suficiente cuando la piel comienza a enrojecer).
La luz solar también controla el reloj interno del cuerpo
regulando el ciclo circadiano de 24 horas de luz y oscuridad. Por eso, en
muchas ocasiones los problemas de insomnio se deben a una falta de exposición a
la luz solar durante el día.
La vitamina D es imprescindible para la absorción de calcio
y de magnesio en los huesos. En la mayoría de los casos el origen de la
osteoporosis es la carencia de vitamina D, no de calcio. Pero la vitamina D no
sólo fortalece los huesos sino que también es importante para el funcionamiento
de los músculos.
Un nuevo estudio encontró que los ancianos con mayores
niveles de vitamina D tenían más fuerza muscular y eran capaces de desarrollar
una mayor actividad física
¡TIRA TU BRONCEADOR!
Durante el verano los medios de comunicación nos alertan sin
descanso de los riesgos que conlleva la exposición solar. Mucha gente llega a
pensar que es necesario no exponerse al sol para evitar el cáncer. Sin embargo,
¡lo cierto es justamente lo contrario!
Las autoridades nos recomiendan usar protector solar, que es
el que irónicamente aumenta el riesgo de padecer cáncer, no el sol. Los
protectores solares bloquean los rayos UVB (los rayos que nos ponen morenos),
pero dejan pasar los rayos UVA que penetran a mucha más profundidad que los
rayos UVB, decisivos en el envejecimiento de la piel, arrugas y cánceres de
piel (melanoma).
Los protectores solares nos permiten permanecer mucho más
tiempo al sol, lo que incrementa la exposición a los dañinos rayos UVA.
Otro de los factores que incrementa el riesgo de cáncer son
los compuestos extremamente tóxicos de los bronceadores. Octyl methoxycinnamate
(OMC), presente en el 90% de las marcas de protectores solares sufre una
reacción química al exponerse al sol que lo convierte en muy tóxico. Otros
ingredientes que penetran con facilidad al torrente sanguíneo son:
- 2-hydroxy-4-methoxybenzophenone
- 2-ethylhexyl-p-methoxycinnamate
- 2-ethylhexylsalicylate (octylsalicylate)
- salicylic
acid 3,3,5-trimethcyclohexyl ester (homosalate)
El aceite de coco es
muy bueno para aplicarse después de tomar el sol, sobre todo si ha tomado en
exceso.
A parte de los bronceadores, el exceso de Omega-6 en la
dieta actual es el responsable del daño que se produce en la piel al exponerla
al sol. Una dieta alta en Omega-3 y antioxidantes evita el envejecimiento de la
piel y la protege de forma natural de los rayos solares. El aceite de krill es
la mejor fuente de Omega-3, puesto que al contrario que el aceite de pescado,
contiene astaxanthina, un flavonoide marino que protege de forma muy eficiente
contra los rayos ultravioleta y los daños que pueden producir los rayos uva.
Tira no sólo tu bronceador sino también tus GAFAS DE SOL a
la basura. Las gafas impiden que los rayos solares lleguen a la glándula pineal
a través de los ojos (también los recibes aunque estés en la sombra). Los rayos
ultravioleta que penetran en los ojos estimulan, asimismo, el sistema
inmunológico
Mito de que el sol causa cáncer de piel. Otra de las muchas mentiras con la que nos
han lavado el cerebro que no se basa en ninguna evidencia científica, sino todo
lo contrario, puesto que el sol protege del cáncer, lo que no beneficia a las
farmacéuticas ni a los fabricantes de bronceadores.
La vitamina D estimula el Sistema Inmune, encargado de mantener a raya a
toda clase de gérmenes y patógenos.
La vitamina D produce más de 200 péptidos antimicrobianos,
el más potente de los cuales es el llamado catelicidín, un antibiótico natural
de amplio espectro.
En un estudio realizado en el 2006, el grupo de
investigadores de la universidad de UCLA encontró que la vitamina D era capaz
de eliminar la bacteria responsable de la tuberculosis, llegando a la
conclusión de que la forma en la que ciertas personas producían la vitamina D
las hacía más vulnerables a infecciones microbianas.
Según el conocido doctor Julian Whitaker, incrementar la
ingesta de vitamina D durante el invierno es un método seguro para protegernos
de la GRIPE (dosis de 5.000 a 10.000 IU diarias). Por tanto, no es coincidencia
que la gripe nos ataque en invierno, cuando es la exposición al sol es mínima.
Un estudio del 2007 publicado en la revista médica
"American Journal of Clinical Nutrition" propuso el uso de
suplementos de vitamina D (1000 IU al día) a fin de mejorar numerosos aspectos
de la salud pública. Una ingesta diaria de 2.000 a 4.000 IU de vitamina D
reduce en un 50% el riesgo de cáncer.
Un estudio de Infertilidad ha revelado deficiencia de
vitamina D entre los hombres con problemas para impregnar a su pareja. El
descubrimiento sorprendió a los investigadores, que estaban estudiando la
incidencia de la fragmentación de DNA del esperma.
La especialista australiana en fertilidad Dr. Anne Clark
analizó la sangre de casi 800 hombres con problemas de fertilidad y encontró
que casi un tercio tenían niveles más bajos de lo normal de vitamina D.
Ya se sabía que la deficiencia de ácido fólico y vitamina D
está relacionada con problemas de infertilidad en mujeres, pero en relación a
los hombres los resultados fueron una sorpresa. Los hombres del grupo de
estudio que tomaron suplementos nutricionales superaron sus problemas de
infertilidad.
Otros estudios, como el que se publicó en la revista médica
The Journal of Nutrition, encontró que aunque las hembras de ratones de
laboratorio con deficiencias en vitamina D eran capaces de reproducirse, su
tasa de fertilidad se reducía en un alarmante 75%, además de que el tamaño de
los recién nacidos disminuía en un 30% y sufrían dificultades en el
crecimiento.
De los 30.000 genes
del cuerpo humano, la vitamina D influye en más de 2.000 genes, de ahí la
relevancia de esta mal llamada vitamina, ya que funciona como prohormona.
Se estima que se
podría ahorrar del 25 al 50% del presupuesto dedicado a asistencia médica si la
población tuviera niveles adecuados de vitamina D.
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